A continuación,la carta:
"En el primer párrafo de su pseudo-crónica (no se le puede llamar de otra manera) sobre el partido Lanús-San Lorenzo, deja implícito que San Lorenzo entregó el partido, que se vendió, para hablar claramente. Por cómo se dio el encuentro, queda claro que lo suyo es un preconcepto bastante pobre, ya que se trató simplemente de un partido malo, en el que ninguno de los dos equipos mereció claramente ganar, y que se definió por una jugada en la que Ud. se equivoca: menciona a Ledesma cuando el árbitro -si a Bassi se le puede decir así- cobró falta de Aguirre.
De todas maneras, no lo puedo culpar: es parte de la pobreza del periodismo deportivo, con exponentes que emergen de escuelitas en las que les enseñan poco más que los reglamentos, o bien son pibes voluntariosos que van todos los días a las redacciones, llevan facturas, se hacen amigotes de los jefes de redacción esperando que algún día les digan "che, se enfermó fulano, ¿te animás a escribir?
¿Usted en cuál de las dos listas se anota?
Pd: si está tan seguro que San Lorenzo entregó el partido, debió haberlo expresado claramente y no con tonito superado. Así queda como un cobarde.
Pd2: los puntajes denotan el ensañamiento contra SL. ¿3 a Hilario Navarro?
Mejore, por favor, antes en Clarín trabajaban periodistas en serio que deben estar llorando en su tumba..."
Y aquí está la nota del diario Clarín:
LANUS 2 - SAN LORENZO 1: LEDESMA LE COMETIO UNA FALTA GROSERA A FRITZLER Y SAND LE DIO LA VICTORIA AL LOCAL PARA SEGUIR EN LA PUNTA
Lanús encontró un penal y volvió a vivir en lo más alto
Aunque Salvio abrió el marcador en el inicio, al local le faltó brillo frente a un adversario sin alma.

Se pareció mucho a un papelón. Sólo en algunos tramos del segundo tiempo, San Lorenzo consiguió maquillar una actuación que pareció más una puesta en escena para la ocasión que otra cosa. Lanús no merecía llegar a la punta así. Está para otra cosa. Ganó 2-1, se llevó tres puntos y le sacó dos de ventaja a Huracán, ahora su escolta.
Había una situación curiosa antes del partido: San Lorenzo estaba ante la posibilidad de darle una mano a su archirrival histórico, Huracán, y a un adversario incómodo de este tiempo, Vélez. Claro, el rival era este Lanús empecinado en su búsqueda, tras los pasos de su segundo título local. Era, por supuesto, una presión para el equipo de Diego Simeone. Debía escaparle al mundo de las suspicacias con los mismos recursos con los que se despidió temprano de este Clausura.
Para colmo, en la primera llegada de Lanús, a los siete minutos, Eduardo Salvio se aprovechó de un rechazo casi insólito de Jonathan Bottinelli hacia el centro y estableció el 1-0. A esa altura, San Lorenzo ya había mostrado uno de los rasgos en su visita a Guidi y Arias: una defensa cuanto menos desprolija.
El equipo de Luis Zubeldía fue el de siempre: práctico, sencillo, sin rebusques. No brilló. Tuvo ratitos de sus futbolistas más desequilibrantes (Salvio y Sebastián Blanco) y, con eso, le alcanzó para mostrarse mejor que su rival. Contó, en consecuencia, con las llegadas más claras del primer tiempo.
Lo de San Lorenzo fue desencantador en esa etapa. El 4-2-3-1 dispuesto por Diego Simeone no ofreció mucho más que una sucesión de torpezas. Con una sola excepción: Alejandro Gómez. Por momentos, el equipo parecía Deportivo Gómez. La única llegada clara estuvo a cargo del joven Bordagaray, quien definió alto y de zurda, desde muy cerca del arco de Carlos Bossio. Y punto. Casi nada más. O nada.
Al local, además, le faltó profundidad para liquidarlo. Y es, quizá, una preocupación de cara al tramo decisivo: ante un rival de oposición escasa no supo exhibirse todo lo superior que las circunstancias le permitían.
El empate parcial de San Lorenzo quedó como una curiosidad del partido. No llegó por acumulación de méritos del equipo visitante. Arribó abrazado al azar. Envío al área de Adrián González, rechazo defectuoso de Emir Faccioli y gol en contra. Iban 19 minutos del segundo tiempo. Ese grito se parecía mucho a la posibilidad de creer que no había ningún tipo de quebrantos en la propuesta.
Pero lo que siguió después fue más de lo anterior. Un San Lorenzo despojado de casi todo contra un Lanús necesitado y sin estridencias. Fue uno y se defendió otro.
El penal que cometió Cristian Ledesma a Fritzler fue una grosería, impropia de un profesional: lo agarró de todos los modos posibles dentro del área. Gustavo Bassi no dudó. José Sand, tampoco. Navarro fue al otro palo. Dos a uno. Quedaba poco menos de un cuarto de hora en el que no pasó casi nada. Apenas los cantos de los hinchas de San Lorenzo, recordando el clásico inminente y decisivo contra Huracán. Y para el grito de los de Lanús, que sueñan el mejor sueño: el de campeón.
Me parece una vergüenza que un diario "importante" como Clarín publicara semejante basura.
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